Muy buenas a todos.
El artículo/reflexión de hoy viene a cuento de que últimamente estoy liado repasándome Bayonetta de Xbox 360, partida que estoy retransmitiendo en Twitch y grabándola en Youtube para guardarla de recuerdo para la posteridad, y tal y como me ha sucedido casi siempre que rejuego algo, termina resultando una experiencia la mar de enriquecedora, placentera diría yo, que me lleva a disfrutar más del juego que la primera vez que me lo pasé.
Quiero dejar claro que la experiencia no es la misma, obviamente el factor sorpresa es algo que se pierde y hace mucho, pero el factor rejugabilidad le aporta un plus a ciertos títulos.
De pequeño tenía acceso a pocos juegos al año, así que había que ser muy selectivo y atinar sí o sí ya que esos pocos títulos eran los que me iban a acompañar durante doce meses, un día tras otro. De este modo, al igual que yo, creo que el vivir este hobby de dicha forma nos ha hecho amar hasta la saciedad grandes juegos que, debido a que los rejugábamos una y otra vez, han quedado grabados a fuego en nuestras mentes.
