Este juego lo tuve en su época y ya me parecía genial. La propuesta es la vista en el magnífico Super Mario 64, de modo que no innova, pero si que pule el sistema y lo eleva hasta la siguiente cota de calidad. A día de hoy el juego se mantiene fresco, tanto gracias a un apartado técnico sublime, que hace que luzca la mar de resultón, como a un control tan bien pulido que se sigue manejando la mar de bien.
Quiero hacer hincapié especialmente en el diseño de los escenarios, con mundos creados con un tamaño perfecto, grandes, mágicos, variados, pero sin llegar a abrumar por inabarcables, perfectos para un jugador que quiere explorarlos pero sin sentir que no le va a sacar el jugo, lleno de detallitos y con retos plataformeros de lo más ajustados.
El juego es made in Rare, la única capaz de hacerle sombra a la propia Nintendo en su propio terreno, y es que Nintendo 64 vivió de la proliferación de títulos de altísimo nivel de estas dos compañías.
Hoy estamos la mar de acostumbrados a los juegos de disparo en primera persona en consola, pero en 1997, lo que consiguió este Goldeneye 007 era un salto hacia adelante en cuanto a stándares de calidad del género en sistemas domésticos.
Lo primero que llamaba la atención era el apabullante apartado técnico, con unos gráficos que quitaban el hipo, a la vez que un sistema de control (que ha envejecido fatal) que en la época era toda una revolución y que pondría la primera piedra sobre la que edificar el género en consola. Detalles como el manejo con el stick analógico, el poderse desplazar lateralmente o disparar apretando el gatillo, son mecánicas que a día de hoy están más que asumidas pero que en la época, lejos de darse por sentadas, impresionaban mucho al verlas en funcionamiento.
Otro punto fuerte, que finalmente explotaría (elevando el nivel, eso si) un año después el genial Half-Life, era la narrativa dentro de este género, dotándole de un toque cinematográfico a través del cual contar una historia, en pantallas en las que no te limitabas a avanzar matando a todo lo que se te cruzara por el camino, si no que además debías cumplir ciertas misiones, dotando al título de variedad y de esa genial sensación de ser un "juego de espías". Además cabe destacar que a lo largo de la aventura pasábamos por situaciones de lo más variadas, haciendo el juego muy divertido y rejugable.
Por último destacar el genial modo multijugador hasta a 4 jugadores, que en la época, lejos de pesarnos jugarlo en pantallas de 14", nos flipaba y viciábamos durante una tarde entera sin despeinarnos.
Aquí hay un juego que marcó todo un antes y un después en el género de acción en primera persona.
Mi primera toma de contacto con este genial Tekken 2 fue el verano de 1998, y desde entonces lo he tenido en una consideración tremenda. Recuerdo noches enteras trasnochando con mi primo, pasándonos una y otra vez el modo Arcade a "vida o pantalla" hasta completar el roster completo de personajes a fin de conseguirlos todos, amén de disfrutar como enanos con las míticas intros y outros de cada uno de ellos.
Lógicamente, además del modo Arcade, el rey de la fiesta era el modo Versus, en el que medirse el lomo contra otros jugadores en unos combates que a veces se resolvían demasiado rápido en proporción a lo que había que esperar (en cuanto a tiempos de carga) para poder disfrutar nuevamente de ellos.
No es el primer juego de lucha 3D al que jugué, unos meses antes ya le había hincado el diente a Battle Arena Toshinden (que me parecía un juegazo), pero este daba un paso al frente en cuanto al esquema jugable, y es que contaba con una configuarción de botones en la que cada uno de los 4 botones de acción principales del mando de PSX se correspondían a cada una de las 4 extremidades del personaje, una idea cojonuda que realmente funcionaba fantásticamente bien.
Muchos años más tarde busqué reencontrarme con ese feeling en Tekken 4... y no sé si por nostalgia o qué, pero lo cierto es que me llevé un chasco tan grande que no he vuelto a acercarme firmemente a la saga.
Dicho todo esto, Tekken 2 es uno de los 3 integrantes de un verano que recuerdo de forma mágica y estoy seguro que más allá de la nostalgia, lo cierto es que se trata de un juegazo como la copa de un pino.
Por fin traigo al blog el primer juego al que jugué en una Nintendo 64, consola que se convertiría en una de mis favoritas de la historia.
El planteamiento es sencillo, se trata de un juego de carreras arcade de motos de agua, en el que participamos en un campeonato compuesto por varias carreras en las que tenemos que intentar quedar lo más arriba posible a fin de quedar los primeros del campeonato.
Lo que hace mágico a este juego son varias cosas, primero de todo el control en completas 3D, en las que moverte libremente en aquella época. El que para mi fuera la primera toma de contacto con un joystick, y al ir aprendiendo y dominándolo la sensación era mágica, incomparable a jugar con un D-pad de toda la vida. Y por último las físicas del agua, en las que se trasladaba sensacionalmente el feeling de surcar las olas, muy lejos de trasladar la sensación de un juego de carreras cualquiera, sino que realmente notabas el olejae.
Soy consciente de que la puntuación que le otorgo a este juego no es para nada objetiva, que me he flipado un poco, pero por la nostalgia, por lo que significó para mi y, ojo, porque la realidad es que es muuuuuuy bueno, le doy un 5 sobre 5 como una catedral.
Por cierto, siempre he tenido el runrún de meterle mano al Blue Storm y jamás me he puesto... igual va siendo hora de solucionar eso.
PD: Como Bonus Track os dejo la partida completa a Banjo-Kazooie, por si a alguien le llama la atención echarle un vistazo. Un saludo!!!!
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