Análisis: Super Mario Bros (NES)

    Igual peco de sonar a Abuelo Cebolleta, pero esta es mi historia con los videojuegos, concretamente, mi primer contacto con ellos. No recuerdo si corría el año 90 o 91, la verdad, pero era uno de ellos, yo había visto esas "maquinitas", como las llamaba mi padre, anunciadas en televisión, pero jamás había visto una "en vivo". El caso es que un vecino mío al que iba mucho a su casa se compró una NES clónica, objeto de deseo de toda la chavalería de aquella época, la famosa NASA, que venía con un montonazo de juegos grabados en memoria, como unos 100, que a la hora de la verdad se quedaban en algo más de una docena, el resto eran los mismos roms repetidos una y otra vez o variaciones de estos, con sprites cambiados, musica cambiada y variaciones por el estilo, vamos, lo que todos queríamos tener en nuestra casa por aquella época. Y entre todos los juegos que tenía instalados en memoria había uno que nos gustaba especialmente, si señores, estoy hablando de Super Mario Bros.

APARTADO ARTÍSTICO

    El diseño de Mario es como es para solventar un problemón al que se enfrentó Miyamoto al diseñar al personaje para el arcade Donkey Kong un par de años atrás, el efecto de la gravedad sobre el pelo, así se le dotó de una gorra, y por aquello de las limitaciones a la hora de construir personajes en sprites y aprovechar el color, se le vistió con un mono. Pues bien, ese diseño que en su momento fue un mero apaño es, a día de hoy, el icono más grande de la historia de los videojuegos y uno de los más grandes de la cultura del ocio, al nivel del mismísimo Mickey Mouse.

    Los escenarios, a pesar de ser muy simples para lo que estamos acostumbrados hoy en día, están super bien diseñados, configurando una obra impensable hasta la salida de este mítico cartucho. Aparte de los parajes standard como el de la primera pantalla, nos encontramos con pantallas subterráneas, pantallas compuestas por champiñones gigantes, pantallas submarinas e interiores de castillos, algo abrumador para la época.

    La música es simple pero brillante, muy pegadiza, de hecho todo el mundo las conoce. Como curiosidad, apuntar que este juego tiene una BSO de tan solo cuatro melodías, si señor, como lo habéis leído, solo cuatro melodías, a saber: la standard, la melodía para las pantallas subterráneas, la melodía para las pantallas bajo el agua y la melodía para los castillos, aparte de la musiquita que suena al llegar a la bandera, así de simple y así de efectivo, como todo el juego en sí.

JUGABILIDAD

    El sistema de control es lo más sencillo del mundo, una cruceta y dos botones de acción, uno para lanzar bolas de fuego en caso de adquirir el item de flor y para esprintar en caso de dejarlo pulsado, el otro para saltar. Tan simple y efectivo como eso. Nosecuantísimos años después se deja jugar tan bien como el primer día.

    Tiene el honor de ser el primer juego de plataformas de scroll horizontal, una gran innovación en su época, más teniendo en cuenta que fue programado originalmente en 1983; sin este avance no se comprenderían los videojuegos en 2D tal como lo hacemos hoy en día. Por contra, si en algo se le nota la edad, es justamente en este apartado, pues no se puede desandar lo andado, es decir, el scroll avanza, pero jamás retrocede.

CONCLUYENDO

    Sin duda queda patente que es un gran juego al que le tengo muchísima estima, amén de considerarlo uno de los mejores juegos de plataformas, sin duda alguna.

    El punto flaco que le he sacado es más bien simbólico por aquello de que no todo sea bueno. He obviado compararlo directamente con sus secuelas, tanto técnicamente como a nivel de posibilidades son mucho mejores, pero este fue el primer eslabón, y dentro de su marco temporal no había nada que reprocharle.

    Es un juego recomendadísimo 100%.

Artículo por JoseJa para

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